El fenómeno de la migración es un evento maravilloso en las aves; todos los años cual si fueran relojes emplumados, las distintas especies que viajan miles de kilómetros se pueden observar en ciertos puntos de sus rutas de migración, y salir a buscar esos viajeros, encontrarlos y saludarlos en su largo viaje es algo que me emociona mucho. Sin embargo, hay especies cuya migración no es tan regular, que pasan años sin verse en donde vives y que cuando llegan es todo un evento que no te puedes perder, y justo eso es lo que pasa con los Chinitos.
Los Chinitos, también llamados Menitas en la región donde vivo, o por su nombre científico Bombycilla cedrorum, son aves «migratorias» muy particulares, porque tienen un tipo de movimientos, que están en la frontera entre considerarse migración o no: los movimientos irruptivos o nomádicos y que hemos tratado a fondo en este vídeo de aquí (altamente recomendado para continuar leyendo este artículo). Y al tener estos movimientos tan poco comunes, cuando hay una irrupción de estas aves, las puedes encontrar literalmente en cualquier lado… Y desde finales del 2020 y con mayor fuerza en enero de 2021, en el centro de México los Chinitos han comenzado a aparecer por cada rincón, parvadas de cientos de individuos en Ciudad de México, en Puebla, en Oaxaca, y en muchos sitios más.
Esta «invasión» ha hecho las delicias de los observadores de aves a lo largo del país, y aunque ya hemos platicado en este vídeo sobre los Bombycilla hablando también sobre los peligros que enfrentan en sus viajes, en esta ocasión les contaré la breve búsqueda de Chinitos dentro de la ciudad de Xalapa que llevé a cabo durante las pasadas semanas, pues a pesar de que es un ave que he visto muy bien en años anteriores, yo también quería ser partícipe del gran evento ornitológico que estaba ocurriendo en México.

Así pues, lo primero que hice fue ir al lugar donde en años pasados he observado a los Chinitos en la ciudad: la Benemérita Escuela Normal Veracruzana, que tiene áreas verdes llenas de árboles de níspero [Eriobotrya japonica] en los cuales llegan a alimentarse nuestras aves objetivo. Sin embargo hubo dos problemas, el primero es que dada la situación actual de pandemia, no podía pasar a las áreas verdes, y lo segundo, los árboles de Níspero todavía no tenían frutos. Mi búsqueda continuó en días subsecuentes, mientras iba por algún mandado trataba de poner atención a los árboles, buscando los puntitos redondos que serían los grupos de Bombycilla, o también tratando de escuchar sus agudos llamados distintivos. Y sí, efectivamente, veía pequeños grupos volando muy alto, pero no podía encontrar los sitios donde perchaban. E incluso en una ocasión pude encontrar un pequeño grupo alimentándose en un árbol de caucho [Ficus elastica] en una de las avenidas más concurridas de la ciudad, junto con otras aves como la Piranga Capucha Roja [Piranga ludoviciana] o la Tángara Azul y Gris [Thraupis episcopus].
Pero de todas maneras, todavía no había encontrado los grupos de Chinitos en las cantidades que esperaba, así que opté por ir a pajarear a un lugar donde he observado aves por bastantes años: el Campus para la Cultura las Artes y el Deporte de la Universidad Veracruzana, pero a quién engaño, todos le decimos la usbi, por las siglas de la biblioteca que hay allí. Así que, como les iba diciendo, fui a pajarear a la usbi, buscando en los árboles grandes donde en años anteriores había grupos de Bombycilla descansando, pero en esta ocasión, no estaban ahí. Eso sí, las aves siempre están presentes si miras bien, por ejemplo los Chipes de Gorra Canela [Basileuterus rufifrons] se alimentaban en los matorrales y la Mascarita Común [Geothlypis trichas] se movía en la vegetación al borde de un estanque.

Y precisamente, ocurría que varias especies de aves estaban bajando a beber a un pequeño estanque, así que me pareció buena idea sentarme cerca y esperar… De a poco fueron llegando algunas aves como el Chipe de Corona Negra [Cardellina pusilla] las Pirangas Rojas [Piranga rubra] y algunas otras cosas misteriosas de las cuales seguro les hablaré en el futuro. Como siempre, observar aves a veces no te da lo que buscas de inicio, pero siempre puedes encontrar cosas que te sorprendas hasta de las cosas más comunes. Y ahí, mientras disfrutaba de los chipes y otras aves pequeñas, llegaron los Chinitos.
Un grupo de más de sesenta individuos había llegado a perchar a un árbol cercano a mi posición, mientras revoloteaban arriba y abajo me dieron la oportunidad de disfrutarlos y ver las marcas rojas que algunos tienen en las alas, unas aves increíbles que llegaron cuando ya no las estaba buscando, porque así es esto de la pajareada, nunca sabes cuando se va a aparecer aquello que buscas, y eso hace que abrir los ojos y prestar atención a la naturaleza que te rodea sea más emocionante.

Un comentario
Hoy vi unos 200 chinitos que andaban volando de un lado a otro entre los eucaliptos en Guadalajara, fue súper genial ver tantos por primera vez e incluso unos pasaron a pocos metros sobre mí ¿El problema?
A los condenados se les ocurrió aparecer cuando estaba en un funeral.
Obviamente no llevaba cámara, y aunque la llevara hubiera sido de muy mal gusto irme a fotografiarlos, lo cual fue una total pena porque estaban súper cerca (en un árbol a 10 metros y algunos bajaron a 2 metros del suelo). Ya ni puse atención al condenado entierro por andar viendo pa arriba como pasaban las parvadas de Chinitos (y un gavilán que andaba viendo cuál escogía).